5 Razones para apoyar a las misiones y a los misioneros

Un mensaje a la Iglesia

Cada cristiano verdadero que vive consciente de y busca conocer mejor sus responsabilidades como hijo de Dios tiene que saber que:

  1. Dios, por naturaleza, quiere una relación de Padre / hijo  
  2. Como hijos de Dios, fuimos creados para verlo glorificado
  3. El mundo creado espera el reino de Dios
  4. Los hijos deben participar en la multiplicación de más hijos
  5. Vamos donde estamos; enviamos a donde no 

Desglosemos cada punto en su orden, ya que son una cadena, cada uno dependiendo del punto anterior.

1.- Dios, por naturaleza, quiere una relación de Padre / hijo  

Dios estaba bien sin habernos hecho, de eso podemos estar seguros. No nos necesitaba. Existe en la Trinidad una relación integra y perfecta que les satisface completamente. No fue por necesidad, entonces, que nos hizo, por causa de un vacío en Su corazón. 

Dios nos hizo porque así es Él. Dios es por naturaleza PADRE. Un padre sin hijos no se queda quieto sin tener hijos. Nos hizo para tener hijos, no para hacerle sentir bien, sino para compartir de lo que Él es y lo que Él podía dar a otro. Ese “otro” somos nosotros, creados a Su imagen para poder corresponderle de manera similar a Él y a otros, con inteligencia, amor y porque queremos; no porque toca. 

2.- Como hijos de Dios, fuimos creados para verlo glorificado

Cuando nos hizo, nos hizo de base de Él mismo como patrón, haciéndonos a Su imagen. No nos hizo iguales a Él, pero nos dio de lo que es Él en capacidades o cantidades más limitadas. Podemos pensar y Dios también, y somos bastante inteligentes, creativos y organizados. Podemos amar y odiar, y Dios también, y somos capaces entonces, de amar a Dios y amar a nuestros hijos, padres, hermanos y amigos. Podemos odiar lo que Dios odia. Podemos amar lo que Dios ama.

Si Dios es por naturaleza PADRE ¿Será que nos hizo así también? Fuimos, entonces, hechos para quererle a Él y a lo que Él, nuestro Padre, quiere. Fuimos hechos para agradar a nuestro Padre. Existimos para glorificarlo.

Su gloria es parte de nuestro ADN ya. No solamente porque fuimos hechos así cuando Dios hizo al hombre a Su imagen, sino también cuando nos rehízo a Su imagen cuando nos regeneró, cuando usted y yo creímos en Él. El hombre sin Cristo ya perdió ese deseo de glorificarle a Dios. Aunque fuera hecho así originalmente, el pecado entró y nos dañó; ya sin Él somos creaturas separadas de Dios, personas que se independizaron de Él, poniendo a nosotros mismos primero. El hombre dejó de ser padre, y se hizo egoísta y se cree autosuficiente. 

Pero Dios intervino en nuestra historia, ya que la historia es Suya, y rescató a los hijos perdidos, y nos hizo nuevas criaturas en Él, dándonos lo de Él, su naturaleza y Su Espíritu en el nuevo nacimiento. Tenemos, entonces, la capacidad de nuevo de amar a Dios, y de querer lo que Él quiere y odiar lo que Él odia. Podemos glorificarlo, y eso está en nuestro diseño, es nuestro deber y nos da gozo servirlo así, ya que nos amó primero.

3.- El mundo creado espera el reino de Dios

Pero no todos disfrutan ese gozo. No todos conocen Su amor. No todos han visto Su luz admirable. El mundo que Dios creó sigue separado, creyéndose independiente, sin necesidad del Padre. El Padre los tiene como condenados a morir y a sufrir una eternidad de separación de Él. ¡Pero existe esperanza! Ese mundo perdido que Dios había hecho originalmente para Él espera conocer del sacrificio del hijo de Dios. No lo han escuchado, y si lo han oído, todavía falta que entienden realmente su condición y la gracia de Dios.

Cuando sepan, cuando entienden y creen, llegan a formar parte del reino de Dios, de la familia de Dios. Así son parte nuestra, nuestros hermanos. El mundo espera para ser hecho parte del reino de Dios, de ser reintegrado a Él. Eso no significa que todos van a creer, pero si significa que todos tienen esa necesidad, si lo aceptan o no. 

4.- Los hijos deben participar en la multiplicación de más hijos

Quienes han recibido la gracia de Dios y han sido reconectados a Él, quienes ya son capaces de amar a Dios y amar lo que Dios ama, éstos han sido encomendados la tarea de participar con el Padre en buscar a los perdidos, para que sean los encontrados, igual como uno. La multiplicación de hijos, la expansión del reino de Dios en la tierra, eso es parte de cómo podemos glorificar a Dios en el mundo con el tiempo que nos ha dado para vivir. Dios nos rescata para que seamos parte del rescate de otros. 

5.- Vamos donde estamos; enviamos a donde no

¿Pero cómo lo hacemos? ¡El mundo es muy grande y hay muchísima gente! No podemos estar en todo lugar a la vez, ¿o sí? Tenemos que ir donde estamos, representándole a Cristo en los pueblos y veredas, a toda etnia.

Menos mal no estamos solitos en esa tarea, tenemos hermanos que también tienen que ir donde ellos están. Somos la Iglesia, la familia de Dios en la tierra.

Pero hay lugares donde ninguno de la Iglesia está, y hay sitios donde hay muy poquitos. ¿Qué hacemos para que aquellos que viven sin escuchar o entender de Su gracia? Tenemos que enviar a donde no estamos, para que todo aquel que no cree en Él tenga la oportunidad de saber y ser salvos. Esto está en el corazón de Dios. Es lo que Dios ama. El PADRE quiere que ellos también sean Sus hijos.

Es por eso hermanos, que debemos apoyar a las misiones y a los misioneros. Ellos son los embajadores de Cristo. Van donde no estamos. Tenemos que ir donde estamos y enviar a donde no estamos, enviando misioneros para hacer misiones.

Eso glorifica al Padre. Hermano, considere cómo usted podría participar con Dios en ir y enviar.

Tomas McCoy

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